Hacia el norte
Shànghǎi -> Běijīng
Nos levantamos muy temprano. Salimos sin bañarnos de la casa de la tía. Yo solo desayuné 2 bāozi (包子). La tía nos acompañó hasta la avenida, en la que tomamos un taxi a la estación. Yo no quise desayunar nada más. Recorrimos un poco la estación, pero dije que no tenía hambre, estaba raro de la panza. Y lo estaba.
Llevábamos un bolso enorme, pero lo cargó más que nada mi papá.
Al subir al tren caí dormido y la verdad es que tuvo uno de esos descansos que se parecen más a un desmayo.
Al llegar a la estación pedí ir al baño. Sentía el cuerpo débil y caliente, pero alrededor escalosfríos. Mi papá se quedó viendo un mapa enorme. Yo seguí indicaciones de flechas para llegar al baño. Me concentré en un restorán particular para recordar el camino y hacerlo en la dirección contraria.
Pasé a mi ritmo entre tantas otras personas hasta llegar a una intersección en la que dejaba de haber indicaciones. Volví hacia atrás buscando la anterior para seguirla hasta las últimas circunstancias. Encontré en el fondo el baño.
Volví mis pasos hacia atrás y encontré a mi papá que había encontrado la manera de ir a Qiánmén (前门). Fuimos en subte 5 estaciones: 3 y las otras dos en una segunda línea a la que cambiamos.
Yo quería ir al hotel, hacer caca y salir. Estaba incómodo y no soportaba el frío.
Salimos del subte en Qiánmén. Mi papá debe haberle preguntado a unas 6 personas, entre ellas policías, ancianos, señoritas. Ninguno sabía dónde estaba Nánwěilù (南纬路), la calle donde se encontraba nuestro hotel. Salvo uno que le dijo que estaba lejos y le preguntó si estábamos buscando dónde alojarnos.
Mi papá lo llamó mentiroso y estafador. Obviamente no en su cara, sino en español y a mí.
Pero recobrar la complicidad del español, ahora que no estaba en lo de mi tía, no alcanzaba para que me sintiera seguro.
Decidí ponerme firme y lo obligué a que escribiera conmigo Nánwěilù 36 en el mapa del celular. Le mostré que estaba lejos. Tomamos un taxi que costó 26 yuanes. Estaba efectivamente lejos. Pero también era verdad que el hotel tenía en el nombre Qiánmén aunque no estaba ni cerca de ese lugar sino a unas 4-6 estaciones de subte.
Fui al baño, pero al salir le pregunté si tenía fiebre. Concluímos que sí. Dejé el Hearthstone, un videojuego de cartas, bajando. Tomé un ibuprofeno. De nuevo me desvanecí. Al despertar me costó recobrar la consciencia, saber dónde estaba, qué había pasado.
Había transpirado mucho.
De todas maneras, me sentía mejor después de tanto transpirar.
Mi papá durmió un rato y yo me bañé. Después jugué al Hearthstone acostado en mi cama. Fue divertido. Probé las nuevas catacumbas.
Una vez mi papá se levantó, salimos.
Paseamos ahora sí por Qiánmén. Entramos en un restorán, nos sentamos en el fondo y no nos venían a atender. Pasamos a una mesa comunitaria. Pedimos una sopa con fideos cortados a cuchillo. También unos arrolladitos de masa muy fina, como wantán frito, pero alargados. Traté de cenar despacio y con agua.
Salimos.
Intentamos ir a Tiān'ānmén (天安门广场), pero no pudimos entrar. Me saqué fotos a oscuras.
Encontramos al final del viaje una línea que iba a Bādálǐng (八达岭), el sector más concurrido de la Gran Muralla China (Chángchéng 长城). No recuerdo si hicimos mucho más. Volvimos al hotel en el que jugué algo más de Hearthstone hasta que decidí dormir. Esa noche también sudé mucho y ni fuerzas tuve de escribir nada. Vi además acumularse 4 días de retraso por escribir en el diario en lugar de los 2 habituales.